Entramados

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La construcción entramada, que supone un avance sobre la de troncos, es prácticamente universal, por lo que se encuentra a lo largo de la historia en gran cantidad de países. Como otros sistemas constructivos decae en el siglo XIX ante la presencia de los nuevos materiales.

Aunque muy parecidos, los sistemas aporticados ya expuestos no llevan tan próximos los pies derechos como van en un entramado, en el que además, las riostras cubren paños completos trabajando como muros de carga en lugar de como pórticos y las uniones son también más sencillas, generalmente a caja y espiga.

Una fachada de entramado es una estructura vertical constituida por una serie de palos, cuyos vacíos se cierran, o no, con ladrillo, piedra, cascote, yeso, barrotes, brezo o adobe y que puede ir recubierta de tablas o listones.

Federico Arias y Scala define  el entramado vertical  diciendo “no es más que un muro en el cual las partes resistentes son de madera y los huecos que quedan entre las varias piezas se rellenan ó macizan, sirviendo sólo para llenar los espacios y no para sostener”

Al estar formados por elementos portantes verticales, horizontales y diagonales, crean una armadura estable en su plano.

En los entramados verticales, el conjunto que formaban las jambas, la peana y el cabecero de los vanos  se denominaba  telar, término que califica a este grupo de tramas constructivas conocidas como muros de telar.

Junto a los muros de fábrica (no siempre presentes) que cierran, arriostran y cargan y junto a los alfarjes y a las estructuras inclinadas que constituyen las cubiertas, forman lo que se denomina edificios entramados, muy presentes en numerosos países y abundantes en diferentes provincias españolas, sobre todo de la mitad norte peninsular, aunque podemos encontrarlas también más al sur. Son frecuentes en  Álava, Cáceres, Cantabria,  Castilla y León, Guipúzcoa, Madrid, Navarra, Rioja o Vizcaya y en áreas cercanas a los grandes cursos de agua próximos a zonas de bosque, desde donde se transportaban, en almadías primero y en carretas después. O simplemente dejándolos arrastrar por la corriente, como ocurría en los ríos levantinos Turia y Segura.

Los entramados utilizan elementos de gran escuadría, hacen un sabio uso del propio peso de las piezas y unen éstas por medio de ensambles que basan su eficacia exclusivamente en la geometría, transmitiendo los esfuerzos de una pieza a otra transformándolos en solicitaciones de cortante y de compresión, por lo que hay que escoger, en cada punto, el ensamble adecuado a los esfuerzos que va a soportar. La madera se utiliza como elemento estructural, actuando los esfuerzos principales en dirección paralela a la fibra.

Las piezas se cortaban con sierra y se montaban in situ, realizándolas de modo que todas ellas resultaran desmontables, por lo que se marcaban con señales diferentes. Ello originó que en la Edad Media y en el Renacimiento las casas se consideraran bienes muebles, transportables.

Los entramados son muy utilizados por diferentes motivos:

Proporcionan rigidez a las fábricas de ladrillo, piedra o barro.

Tiene menor espesor y son más ligeros que otros cerramientos, lo que los hace muy adecuados para levantar edificios sobre soportales.

Procuran una gran libertad de distribuciones interiores.

Facilitan la apertura de vanos tanto en la construcción inicial como en reformas posteriores.

Funcionan bien como juntas de dilatación entre las fábricas pétreas, cerámicas, de yeso o de tierra cruda.

Su origen ha sido muy discutido. Investigadores como Torres Balbás los consideran de raigambre mudéjar mientras que otros autores los vinculan con el trabajo de los carpinteros de ribera. 

Tampoco su expansión es muy clara. Para Caro Baroja fueron los judíos españoles quienes, al ser expulsados, llevaron al oriente del Mediterráneo la técnica del entramado cuajado con adobe, aunque no cita de qué documento hace derivar esta hipótesis.

Tipos de entramados

Atendiendo al lugar que ocupan en el edificio, Barré nos cita siete tipos de entramados:

De fachada, de soportal, de cierre frontal, de interior, de fachada lateral, de jácenas y de voladizo.

Por su parte Arias y Scala los clasifica por su posición también, denominándolos exterior, medianero, de división de propiedades, de traviesa, etc, pero además hace otra agrupación derivada de su aspecto, estableciendo que hay entramados llenos o macizos, es decir, los que llevan maderas a tope entre la estructura, colocando las tablas tingladas, machihembradas o traslapadas, poco usados los tres, aparentes, cuando muestran sus huecos colmatados con otros materiales y revestidos, si han de recubrirse, como los tabiques.

Especifica también que existen los entramados colgados, aquéllos que se sostienen, por trabazón, en las puntas laterales y bajo cuya denominación se conocen también a los que forman las fachadas que sobresalen más que la base del edificio.

Otros autores consideran  la longitud de las piezas que constituyen los entramados para catalogarlos en enterizos o largos, cuando el cornijal o los montantes tienen la misma medida que la altura del edificio, es decir,  lo recorren de arriba abajo  o bien para considerarlos de pisos, partidos o cortados, cuando estas piezas alcanzan sólo la altura de cada planta.

Por razones  didácticas, seguiremos la clasificación reseñada por L.A Barré en su obra Carpintería de Armar, traducida  por el ingeniero  Luis Gaztelu ya que además de  la claridad que muestra en sus explicaciones tiene también la ventaja de aportar los nombres tradicionales de las piezas y uniones que constituyen habitualmente los entramados europeos, generalmente basados en elementos de arriostramiento, algo que no sucede en otras culturas, como la japonesa, que confía la estabilidad del conjunto a la perfecta ejecución se sus elaborados ensambles.

1.- Entramado de fachada

Es frecuente que nazca a partir de una primera planta realizada en piedra o ladrillo, aunque no faltan en muchas zonas españolas los que se inician en la parte más baja del edificio.

Analizándolos desde abajo hacia arriba vemos que constan de:

Una carrera sobre el muro bajo (si éste existe) en la que apoyan las viguetas de las crujías.

Una contracarrera que encepa estas viguetas

Los postes, rigidizados por los pendolones y enlazados con los puentes.

2.-Entramado de soportal

El soportal pertenece a la primera crujía que antecede al edificio. Éste queda delimitado estructuralmente con un  entramado que consta de:

Basas, generalmente de piedra, que reparten las cargas sobre el suelo y evitan el ascenso de la humedad.

Pies derechos coronados por zapatas.

Cargaderos de madera que reciben las viguetas de la primera crujía

Otro entramado posterior, paralelo al de fachada y similar a éste.

Los soportales suelen ser de una crujía y una altura pero los hay también de dos alturas y una pareja de crujías.

3.-Entramado de cierre frontal

Es el anteriormente citado, paralelo al de soportal, que va a continuación de éste y es igual al conocido como de fachada.

4.-Entramado de fachadas laterales

Llevan los mismos elementos que los de fachada salvo las contracarreras, que no se precisan.

5.-Entramados interiores

Recogen los esfuerzos de los entramados horizontales o forjados de cada crujía, transmitiéndolos al terreno. Son similares a los de cierre frontal, pasando a la fachada si hay soportal.

Constan de:

Carreras o jácenas

Pies derechos que soportan las jácenas

Basas entre el arranque de los pilares y la cimentación.

6.-Entramados de voladizos

Son como los de fachada pero disponiendo los soportes extremos de una planta en la zona más exterior de los forjados que constituyen el voladizo de la planta situada inmediatamente debajo.

Como en el caso del grupo de los de fachada constan de:

Solera, previamente aislada de la humedad, colocada sobre el basamento.

Pies derechos rematados arriba y abajo por zapatas y durmientes.

Carrera, correas y contracorreas que las encepan sobre el durmiente.

Huecos, con cabecera o dintel, arriba y peana abajo, si el vano es una ventana. Si se trata de una puerta la pieza inferior se denomina umbral.

Arriostramientos, realizados con tornapuntas y cruces de San Andrés, generalmente cercanas a los ángulos.

7.-Entramado de jácenas

Muy usado en los edificios cuyas medianerías, perpendiculares a la calle, se hallen muy próximas.

La jácena que inicia la pared se dispone semiempotrada sobre la fábrica o zócalo, o se coloca apoyada sobre un modillón.

Para evitar la pudrición por humedad, se cortan los extremos en forma de pico de flauta o se alojan en cámaras ventiladas, obtenidas por la disposición de piezas de las piezas cerámicas que se colocan sin revoco.

* Hay un tipo especial de entramado, el jabalconado, que es el que presenta sus vanos o sus vuelos sostenidos por jabalcones, elementos que permiten salvar grandes luces sin necesidad de utilizar soportes verticales.

Los jabalcones trabajan a compresión y canalizan los esfuerzos del centro del vano o del vuelo a los estribos y los muros.

Son muy utilizados para:

Recibir las cargas puntuales de los pies derechos.

Acodalar las jácenas del piso.

Apear voladizos, miradores, vuelos y balcones.

Acortar vanos de cubierta.

Como apoyos intermedios de los alfarjes.

Sostener  rampas y rellenos.

Combinando jabalcones y tirantes se hacen entramados que, alojados en los tabiques de una planta, sirven de apoyo al forjado de la planta superior y de sostén al de la propia. Por ello las jabalconadas de la planta primera y de la de cubierta permiten dejar diáfanas las plantas bajas y las de cubierta.

Hay jabalconados de 1,2 y 4 apoyos, siendo los primeros muy usados en la construcción de edificios y el último en la de puentes.

Normalmente se apoyan a caja y espiga o embarbillados.

Los jabalcones están muy indicados cuando no se quiere sustituir una pieza deteriorada. Fueron muy usados en la construcción de cabalcavías y de puentes, además de en  voladizos emergentes de fachadas no escalonadas.

El uso de voladizos es antiquísimo. Estaba ya reglamentado en Tiro y Sidón, así como en Atenas, donde Hipias legisló sobre su empleo.

Escuadrías, basas y nudos

En todos estos diferentes tipos de muros  entramados se prefieren, para los cornijales, puntales y pies derechos, las piezas de sección cuadrada o rectangular aunque en el caso de los soportales no es raro encontrar pies circulares y también pilares de piedra, combinándose frecuentemente los soportes pétreos con los de madera, utilizando preferentemente los de piedra en los lugares más solicitados.

Las basas que separan los pilares del suelo pueden tener formas muy variadas.

Los nudos, intermedios e inferiores, son los puntos de unión de los elementos horizontales con los verticales y los inclinados.

Intermedios son los que unen una jácena a un pilar, pudiendo elaborarse la unión de forma pasante, directa (a caja y espiga), a través del durmiente, con tornapuntas, sobre todo en plantas bajas y con tornapuntas y durmientes.

Los nudos inferiores llevan una espiga que aloja el soporte en la basa.

Piezas que componen un entramado

s-s: carreras

p: cornijales

e: pie de puerta o de lección

h: pie de relleno

l: cabecero de ventana

r: cabecero de puerta

a: peana

riostras: las oblicuas que cortan las verticales(-60º)

jabalcones: oblicuas cortas bajo la carrera(+60º)

virotillos: las verticales cortadas por jabalcones y riostras

sopanda: pieza horizontal sobre jabalcones

Telar: conjunto de larguero, peana y cabecero

1.-Horizontales

Carrera: Viga horizontal colocada en los muros destinada a recibir el apoyo de otras piezas o a servir como enlace de elementos, como ocurre con las vigas que forman el forjado de cada planta.

Dintel: Parte superior de puertas, ventanas y otros vanos

Peana: Parte inferior de los vanos. En el caso de las puertas se llama umbral.

Solera: Madera horizontal sobre la que apoyan piezas horizontales, verticales o inclinadas

Solera de piso o sobrecarrera: Cuando va sobre las vigas de un forjado

Sopanda: Madero horizontal que apoya ambos extremos en pies derechos a través de unas piezas inclinadas que se llaman jabalcones. Refuerza  piezas de mayor longitud.

2.- Verticales

Cornijal Pieza más exterior, que constituye la esquina del entramado

Enano: Pieza de pequeña longitud que enlaza elementos horizontales como el dintel y la carrera superior o la peana y la solera.

Pie derecho: Se coloca entre dos carreras consecutivas de modo que carguen sobre él otras piezas.

Virotillo o puntal: De menor tamaño, enlaza las carreras con los elementos inclinados.

3.-Inclinadas

Cruces de San Andrés: Piezas que se cruzan formando un aspa, es decir, con dos ángulos agudos y dos obtusos.

Jabalcón: Madero ensamblado en uno vertical para apear   otro, horizontal o también inclinado.

Riostra: Pieza destinada a triangular los espacios rectangulares formados por los maderos horizontales y los verticales para afianzar la estructura.

Realización del entramado

Es muy frecuente que el edificio alcance dos o tres plantas.

Sobre la carrera inferior o solera van ensamblados, a caja y espiga, los pies derechos, los puntales o virotillos y los enanos, formando el entramado. Éste se completa con las riostras, que triangulan los recuadros formados por las carreras y los pies derechos. Las riostras se ensamblan también a caja y espiga en sus extremos.

Los puntales o virotillos van ensamblados a las carreras a caja y espiga y se unen a las riostras con ensambles a barbilla y espera.

Sobre la carrera superior apoyan los cabezas de las viguetas del entramado horizontal y sobre éstas la sobrecarrera. A partir de esta pieza se repite este entramado en cada una de las plantas de las que conste el edificio.

Todas las piezas se ensayan, se marcan y se desarman para después llevar a cabo el montaje final que se fijará con clavijas después de haberse asegurado el aplomado del conjunto.

Los nudos se resuelven a media madera o a caja y espiga, según el diseño escogido para el entrepaño.

Cuajado, forjado o trocado de los entramados

El llenado de las partes vacías que quedan en un entramado puede hacerse con piezas cerámicas, generalmente ladrillos de tejar, en España, colocados a tizón, a soga, en espiga, en espina de pez o dibujando figuras geométricas.

También es frecuente encontrar cerramientos cuyos plementos son realizados con listones o varillas, muchas veces rodeados de cuerdas, o con cascote y yeso,  escorias, canto rodado, adobes o fragmentos de piedra unidos con mortero de cal y tierra.

Cuando van colmatados los tímpanos sólo con tierra cruda se denominan entramados de emplenta, imprenta o imprentón, nombres derivados del término griego emplecton que designaba el relleno utilizado en los muros de dos hojas.

Aunque menos frecuentes también se encuentran entramados macizados con vegetales secos, como brezo, o con piezas realizadas con tallos largos de cereal y barbotinas, muy comunes en el suroeste francés en zonas como Las Landas.

Para lograr la perfecta adhesión de los materiales de relleno con el entramado a veces se realizan los pies derechos ligeramente rebajados para darles forma de L, lo que mejora el contacto pero debilita la estructura. Por ello es práctica común aumentar la superficie de unión entre los materiales clavando un listón vertical en los pies derechos.

Forjados

Los entramados verticales o escalonados forman un todo coherente con los forjados, horizontales y con los pertenecientes a las cubiertas.

Los forjados más usados en las construcciones entramadas forman tres grupos

1-De tablero superior, la forma más simple en la que el alfarje se reduce a las viguetas y el tablero que apoya sobre ellas, que hace el papel de solado en la planta superior.

2.- Doble tablero: sobre el inferior se vertía carbonilla o arena entre las vigas que sujetaban al superior. Es el origen de los artesonados y de las armaduras encasetonadas.

3.- Entrevigado cuajado, que nace con el fin de mejorar el aislamiento acústico y evitar el peligro de incendios.

Se realiza disponiendo las placas de socarrena cuajadas con yeso y cascote. Para conseguir la unión de las vigas con este relleno se utilizaban tomizas, clavos, tornapuntas cruzadas o ranuras e incisiones hechas con la azuela en la vigueta.

Cubiertas

Los edificios entramados suelen presentar una gran variedad de cubiertas, desde las vegetales, sobre todo de centeno, o las de retama, piornos, turba, brezo, hierba, cortezas y grandes hojas, además de las que se realizan con  tejas. Pueden llevar también pizarra en finas láminas. Es frecuente el uso de madera, bien sea en piezas largas, los tejemaniles, aprovechando así la parte de los troncos que se desecha para escuadrarlos, bien sea en forma de pequeñas tejas o de escamas, éstas  muy frecuentes como pantallas protectoras de las fachadas.

La construcción de entramados formaba parte de la carpintería de lo blanco, de armar o de obras de afuera, una de las  divisiones en las que tradicionalmente se ordenaban las labores de carpintería realizadas en los edificios, por lo que se ocupaba de todo lo relativo a  las armaduras, alfarjes, andamios, etc, así como de la construcción hidráulica y de la naval, llamada también carpintería  de ribera.

Las otras dos ramas eran, en primer lugar la denominada carpintería de lo prieto, con la que se realizaban elementos como carretas y mangos de diferentes aperos y en segundo lugar la llamada carpintería de lo fino o ebanistería. Parece que esta división por colores, pues recordemos que “lo prieto” era “lo negro”, está originada por el tipo de madera más usada en cada situación, siendo la madera clara de las coníferas, de mayor longitud, la empleada en la estructura de los edificios mientras que la obtenida de las caducifolias, cuya madera es oscura y más dura, era la usada para realizar piezas cortas pero muy resistentes.

Tabiques, sofitos y otros usos

En los lugares donde abunda la madera es muy empleada también en la realización de elementos divisorios realizados con tablas largas, muy comunes en todo el norte peninsular.

Los pavimentos de tarima han sido muy apreciados siempre por su aspecto estético y su capacidad aislante.

El empleo de la madera para realizar alfarjes, armaduras y artesonados es muy importante en España donde podemos encontrar riquísimas realizaciones en casi toda su geografía, siendo especialmente ricos los trabajos de lacería.

El aprendizaje, la organización de la obra, los salarios y la intervención de cada artesano en las determinadas partes del edificio se reglamentaban con normas que  incluían consejos relativos a la obtención de la madera.

Ésta se obtenía cortando los árboles necesarios para cada labor en los meses más fríos, buscando las jornadas en las que soplase el viento favonio, es decir, del sur, en opinión de Plinio o siguiendo las instrucciones de Hesiodo, que recomendaba talarlos en el día 14 del ciclo lunar, mientras que Vegecio consideraba que la madera óptima era la conseguida entre los días 15 y el 23 de este ciclo.