Hace pocos días visitamos el yacimiento de Jericó, quizá la ciudad más antigua del mundo, donde la arqueóloga Kathleen Kenyon llevó a cabo extensas investigaciones entre 1952 y 1958.
Hemos podido contemplar los trabajos que realizaban varios profesionales para restaurar un muro de adobes puesto que sus áreas más antiguas fueron construidas en un horizonte todavía precerámico.
Situada a 258 metros por debajo el nivel del mar, es un interesantísimo yacimiento donde han sido encontradas también numerosas piezas de tierra, realizadas sin molde.