Estucos

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Estucos

Los estucos han sido también muy utilizados tanto por la protección que otorgaban a las zonas más transitadas de los edificios como por las magníficas cualidades ornamentales de este material, prácticamente inalterable si está bien realizado.

Su empleo permitía evitar el excesivo facetado que presentan las láminas de mármoles, jaspes y piedras ricas cuando deben adaptarse a superficies curvas, mientras que el  estuco posibilita la obtención de un acabado perfecto, sin ángulos ni cambios de plano. Por ello y por su propia belleza  se prefería su aplicación en los muros de los espacios circulares, ovalados y alabeados así como en bóvedas y cúpulas.

Hay diferentes tipos de estucos, elaborados a partir del yeso o de la cal, o bien de la mezcla de ambos, a los que se añadía polvo de mármol, lo que le confería extraordinaria dureza además de colorearlo, de modo deliberado, del mismo tono que el resto de los muros o de manera contrastada con ellos.

El estuco más apreciado se trabajaba con la ayuda de planchas calientes que se pasaban varias veces sobre la superficie terminada, en direcciones opuestas, lo que cerraba el poro de la mezcla y lo pulía aún más, otorgándole el brillo característico que hace tan deseado el empleo de este material.